miércoles, 14 de mayo de 2014


ELIGIO DAMAS
           Rómulo Betancourt dijo una vez que en este país, abundaba mucha gente “notable” y letrada, que no se resistía ante la tentación de una paca de dólares, un pasaporte diplomático y una sinecura en una embajada.
            Por supuesto, que él mismo, por el afán de llegar a la presidencia dos veces, tampoco resistió la tentación de convertirse en servidor de los intereses gringos y particularmente de los de “su amigo”, Nelson Rockefeller.
            En todo eso, hay algo de aquello “billete mata galán” o también, como solían decir en mi pueblo “por la plata baila el perro”.
           Después de la primera película que se filmó acerca del personaje “El Zorro”, habiendo resultado exitosa, se hicieron unas cuantas más, hasta llegar a la que filmó Antonio Banderas. Si mi memoria o mi recuerdo son válidos, creo que a la primera le siguió “La vuelta del Zorro”. Era una simple argucia, para aprovechar en taquilla el éxito de la primera versión, sin contar nada nuevo en lo esencial sino casi repetir lo mismo.
         Para poner esto en sintonía con lo que dijimos al principio, debemos nosotros también repetir que no se trataba de hacer algo bueno o mejor que lo anterior, sino simplemente aprovechar el éxito inicial para ponerse en una nueva y buena cantidad de billetes.
        Ustedes saben bien que hay un actor – si así puede llamársele – conocido como Silvestre Stallone, que se especializó en esa argucia, sin pensar para nada en el público que siempre se merece mejores cosas, sino en producir películas en serie, unas tras otras, aprovechándose del éxito comercial de la primera. Así hay Rocky y sus otros Rocky y sus Rambos, etc.
         Por supuesto, esos personajes, usualmente llamados actores o hacedores de cine, en realidad son vulgares comerciantes. Hacen productos para que se vendan en masa; el público sólo importa para hipnotizarlo y obligarle que “se retrate en taquilla”. 
         Antonio Banderas, cuando optó por Hollywood, llevaba clara la idea que el cine que allí haría sería distinto al que acompañó a hacer a Almodóvar en España. Se trataba de alcanzar una plaza y una catapulta que les pondría, sino en el altar del buen cine, sí en el de una elevada paca de dólares. Uso el plural porque Banderas, Almodóvar y hasta Penélope Cruz, se fueron juntos a la aventura.
        Por eso Banderas, al poco tiempo llegó a convertirse hasta en promotor comercial y por allí usted puede ver cortos  donde intenta convencer a cierto tipo de hombre a consumir los perfumes que vende.
        Siendo ya ganado para pensar que lo que importante es cuánto hay para eso, después de haber filmado la “Máscara del Zorro”, con John Hopkins, también incurrió en la tentación de volver más tarde con la “Leyenda del Zorro”, siempre detrás de la misma inspiración.
       Por todo lo anterior, el dinero que hay de por medio, aquella simple, sencilla, gratificante y ansiada sinecura de la que habló Betancourt, Banderas como lo hizo con el Zorro y Stallone en sus tantos mono temas, no tuvo empacho en volver sobre sus pasos, esta vez para borrarlos y no dejar huella comprometedora.

       Si una vez tomó a Chávez como ejemplo a seguir de lo que debía hacerse en la Europa arruinada por el Banco Mundial, el FMI y los gobiernos de derecha que allá pululan, sin la aprobación de sus manejadores, no en materia de arte sino en la de los negocios, no hay problema que ahora, sin que se le arrugue la boca, diga lo contrario; no es más que el proceder de un zorro pero también de un gato, “arrimar tierrita para tapar la cagada”. Pues sus agentes, quienes poco piensan en arte y menos en esa palabra calamitosa que llaman justicia, le demostraron que “la había puesto”, pero bastaba con decir lo contrario, es decir echarle tierrita, para volver, volver.


--
Publicado por Eligio Damas para BLOG DE ELIGIO DAMAS el 5/13/2014 05:08:00 a. m.

No hay comentarios:

Publicar un comentario